¿Indefensión aprendida en nuestros equipos?

A veces en nuestro trabajo, nos encontramos con fenómenos que sólo se explican si conocemos el concepto de "indefensión aprendida" que descubrió, a través de un sencillo experimento, el psicólogo americano Martin Seligman.

La Indefensión aprendida, es una condición psicológica en la que un sujeto aprende a creer que está indefenso, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga a partir de ese momento resultará inútil. 

Así, Seligman exponía a unos perros encerrados en una jaula, a descargas eléctricas ocasionales, y después de que el aprendizaje de evitación se diera, invertía la situación impidiendo al animal que escapase del castigo aunque este empleara todos sus esfuerzos en conseguirlo. Se puede decir que como resultado de su aprendizaje, el animal permanece pasivo frente a una situación displacentera o dañina, incluso cuando disponga de la posibilidad real de cambiar estas circunstancias.


¿Cuántas veces no pasa en la empresa que un trabajador no hace algo porque tiene la firme creencia de que su esfuerzo no cambiará nada?. Cuántas alternativas de solución a multitud de problemas perdidas por simple aprendizaje.

Leí un sencillo relato sobre un elefante que esto lo ilustra muy bien:

"Cuando yo era chico me encantaban los circos y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Porqué no huye? Cuando era chico, pregunté a los mayores. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia: Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta. El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar y también el otro, y el que seguía... hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa ¡porque CREE QUE NO PUEDE! Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás.... jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. 
Vivimos creyendo que "no podemos" lograr un montón de cosas simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.

Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré...
Muchos de nosotros crecimos llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

La única manera de saber, obviamente, es intentarlo de nuevo una vez más."



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy interesante y alentador.

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